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Por lo mediatizado que está el narcotráfico mexicano, millones de personas imaginan que la música norteña se agota en los narcocorridos (también llamados corridos de gomeros). Incitados por la cosa fácil, un sin número de académicos han fluido con sus múltiples publicaciones. En otras oportunidades, foros y espacios, se ha definido al fenómeno académico como “la corridización de la música norteña”, es decir, reducir una tradición al estudio de un género musical. La música no se agota en el narcocorrido, sus discursos abarcan otros temas como los corridos de la revolución, la polka, el vals, la cumbia y la música ranchera entre otros más. Algunas corrientes de las ciencias sociales buscan prescindir del Estado-Nación como categoría de análisis. Hoy apuestan por el cosmopolitismo para explicar fenómenos globalizados como son las músicas (Miller, Govil, McMurria & Maxwell, 2005).El norte viajó al sur prendido del acordeón y del bajo sexto; al hacerlo llenó vacíos emotivos y brindó la posibilidad de reconocerse en una música que terminó siendo latinoamericana. De incuestionable vigencia social, la norteña mexicana se erige como una música de los migrantes campesinos latinoamericanos. Escribir su historia es valorizar al campesino latinoamericano y sus representaciones artworkísticas (la canción ranchera es una matriz cultural).Sobre los mariachis señaló que éstos se alejaron de las cantinas, a partir de 1988, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) declaró a Guanajuato capital, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Desde el año 2000, se permite el acceso de mujeres a las cantinas de Guanajuato, siempre y cuando no acudan con la intención de prestar servicios sexuales.
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Si se retoma el concepto “músicas mundo” desarrollado por Ignacio Corona & Alejandro L. Madrid , la etiqueta “música norteña” es una estrategia comercial para desarrollar un mercado de consumo, manejado por la industria del entretenimiento estadounidense en el continente americano. Dicha estrategia comercial pronto fue imitada y aplicada por los corporativos de la comunicación en México (Corona & Madrid, 2008). Para Cathy Ragland , la música norteña pertenece a “una nación entre dos naciones”; una región abstracta y compleja; una construcción socio histórica. La música norteña es un cúmulo de prácticas, códigos, sonidos y letras, que brindan identidad a millones de obreros latinoamericanos.Dijo que en julio los músicos más grandes no trabajan porque hay que sembrar, en su lugar son enviados niños que por esas fechas gozan de vacaciones escolares (Martínez, 2011). Maximino Ignacio Martínez González afirmó que sus dos hermanos y sus ocho tíos, también viajan por el centro y por el norte de México, tocando el acordeón. Este acordeonista oaxaqueño no canta, ni baila, únicamente ejecuta versiones instrumentales de piezas rancheras que va incorporando en su peregrinar por México. En 1997, con 10 años, Gonzalo Jesús García Silva escuchó por vez primera música de Los Pingüinos del Norte.Fue corresponsal, fundador y director regional de El Universal en los estados de Puebla y Tlaxcala. También se ha desempeñado como docente de periodismo, sistema político mexicano y algunas materias afines en la UPAEP, la UDLAP, la Ibero y la BUAP. Periodista y politólogo con más de tres décadas de experiencia profesional en radio, prensa e web, especializado en asuntos políticos y electorales.